Hace ya mucho tiempo de todo aquello, pero lo recuerdo como si fuera hoy mismo.
Que levante la mano quien no haya tarareado el naaaaa na na, nananá, naaaaa na na...
Que levante la mano quien no haya aprendido los números con Coco.
Que levante la mano quien no haya disfrutado con las historias de Espinete y Chema, el panadero.
Barrio Sésamo ha sobrepasado fronteras y generaciones. Hoy, 10 de noviembre de 2009, cumple 40 espléndidos años.
Cada país donde se ha emitido este programa infantil posee sus características, nombres y rasgos propios, si bien son muchos los denominadores comunes.
Triqui, el monstruo de las galletas, obsesionado por atiborrarse de este suculento manjar. Verlo aparecer en pantalla suponía toda una revolución para todos.
Epi y Blas, los dos amigos que nos enseñaban conceptos contrapuestos como derecha-izquierda, alto-bajo, abierto-cerrado... su buena relación y el hecho de que durmieran juntos ha dado lugar a especular sobre la supuesta homosexualidad de los muñecos de trapo.
- Buenas noches Epi.
- Buenas noches, Blas.
SuperCoco, siempre dispuesto a convertirse en el defensor de las causas perdidas.
¿Es un pájaro?
¿Es un avión?
No, es SuperCoco...
La rana Gustavo, el reportero más dicharachero del barrio, portador de las noticias más frescas y sorprendentes.
Y, cómo no, Espinete y Don Pimpón, que con sus canciones siempre lograban sacarnos una sonrisa.
En España comenzó a emitirse en 1976, así que nuestra particular versión de este barrio es unos años más joven que la original. Las primeras temporadas no eran más que el doblaje de la estadounidense con el nombre 'Ábrete Sésamo' y fracasaron entre el público nacional. Sería en 1979 cuando La gallina Caponata y el caracol Perezgil hiciesen su primera aparición en un renovado 'Barrio Sésamo' adaptado a la realidad española. Unos años más tarde, la incorporación de Espinete, Don Pimpón y Chema reimpulsarían el éxito del programa.
Superando los 4000 episodios en sus 37 temporadas, ostenta el título de programa infantil más duradero de la historia de la televisión.
Desde 2006, Antena 3 graba y emite nuevos episodios, conservando el espíritu inicial, que durante tantas meriendas y a tantos millones de niños ha acompañado a lo largo de su historia.
Vives en un país, en una ciudad, en un barrio... con una familia, unos amigos, unas circunstancias. Cerca o lejos, jóvenes o viejos... en el fondo todos tenemos un punto de unión, un punto de encuentro. Puedes llamarlo X o llamarlo Barrio Sésamo, pero es precisamente ese sitio en el que todos nos encontramos y en el que todos nos encontraremos.
Hace 20 años... se dice pronto. Yo ni siquiera lo recuerdo. Mi memoria 'prodigiosa' no alcanza a recordar tal histórico momento y mira que me he esforzado en rescatar algún flash... pero nada. Hace ya tiempo que me he rendido y ya ni siquiera lo intento. Lo viví, pero no soy consciente de ello. Como tantas otras cosas...
9 de noviembre de 1989. Se cierne la oscuridad sobre la noche berlinesa de la misma forma a como lo había hecho durante los últimos 28 largos años. Pocos se imaginaban que un 'inocente' comunicado de prensa (acompañado de sutiles equivocaciones) cambiaría para siempre el rumbo de Alemania.
Miles de berlineses se lanzaron a las calles. Por fin podían atravesar el muro que separaba a muchos de ellos de sus seres queridos. Tras la guerra, la separación, la opresión y el miedo... Berlín volvía a ser una.
Adoro Berlín. Y no por los escasos 4 días que pasé allí hace ya un año largo, sino porque la ciudad esconde, además de una realidad histórica increíble, una realidad personal de proporciones descomunales.
Y es que quien más y quien menos, todos hemos levantado muros alguna vez en nuestra vida. Quizás no muros físicos, pero sí de cualquier otro tipo. Nos separamos a propósito, a veces para evitar que nos hagan daño, otras veces para hacer daño nosotros. Nos aislamos para dejar de ver. Creemos que quizás así dejaremos de sentir.
No nos damos cuenta que un muro siempre es un obstáculo en el camino, que afecta por igual a los dos lados de la barrera. Pero nos da igual, nos encanta elevar muros. Así nos sentimos más seguros. Falsa sensación de seguridad...
¿Qué pasará el día que sean los muros (que nosotros mismos hemos creado) los que acaben por rodearnos y encerrarnos? Ese día será demasiado tarde para hacer nada.
Tirar un muro ajeno no es nada fácil. Supone darse muchas veces de cabezazos sin lograr nada, exponerse a invadir una propiedad privada y gastar mucho tiempo y esfuerzo sin ningún tipo de garantía.
Ahora bien, tirar un muro propio es, si cabe, aún más complicado. Supone agachar la cabeza, reconocer la equivocación y lo absurdo del muro, querer enfrentarse a las realidades que haya tras la pared y asumir con lo que se encuentre al otro lado.
Sólo un Muro se ha hecho un hueco en la historia (amén de la muralla china) pero son millones los muros que se construyen a diario y millones también los que se derrumban. No es una cuestión de construir y destruir. Esto, desgraciadamente, poco o nada tiene que ver con la arquitectura. Más bien es el concepto que cada uno tenemos de nosotros mismos: quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos.
He ahí la grandeza berlinesa. Que un muro se caiga no tiene por qué ser malo. Quizás nos ayude a abrir los ojos, a descubrir que hay algo más allá de nuestras narices, que tras las paredes grises de siempre también hay vida... mucha vida.
Para algunos el fin de todo. Para muchos otros, solamente el principio. Para la mayoría, algo que desearíamos no nos pasara nunca...
La muerte nos acecha a cada paso que damos.
Siempre me ha gustado eso que dicen de que la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja.
Hace menos de un mes que Andrés Montes, el famoso comentarista que revolucionó la forma de retransmitir la NBA e incluso los partidos de fútbol, respiró por última vez. El pasado 16 de octubre el creador del tiki-taka fue hallado muerto en su domicilio, sin que aun hayan trascendido las causas del fallecimiento. Tenía sólo 54 años.
Pocos días después, en concreto el 2 de noviembre, se despedía de este mundo Jose Luis López Vázquez a los 87 años de edad. Famoso por sus papeles excéntricos en más de 250 películas y series como 'Los ladrones van a la oficina', siempre será recordado como uno de los grandes actores españoles.
Me resulta absurdo seguir poniendo ejemplos cuando cada 10 segundos mueren en el planeta la escalofriante cifra de 17 personas.
Ahora... y ahora... y ahora también está muriendo gente.
¿Podemos sentirnos afortunados de seguir vivos o simplemente esperamos agonizantes nuestro último suspiro?
Por todos los que se quedan, por todos los que se han ido, por todos los que se van... Hoy viajan por mi mente miles de vivencias. Hoy viajan por mi cuerpo miles de sentimientos. Es lo que tiene estar tirado toda una tarde en un aeropuerto y pasar el día solo.
Y que sea justo en ese momento de explosión, en ese momento de impotencia y expresión cuando todo pase, no deja de sorprenderme y de cuestionarme si el destino es tremendamente caprichoso o si realmente todos estamos, de alguna forma, conectados.
Quizás sea verdad aquello otro que dicen que las personas seguimos vivas mientras vivamos en el recuerdo de otras.
Yo, que me lo creo todo, me aferro a esos recuerdos.
Por lo compartido, por ese día (y por ese otro), por esa noche (y por esa otra), por buscarse (y encontrarse) a uno mismo, por sentir, por creer, por crecer, por vivir... y, por supuesto, por los sueños cumplidos... y por los que se quedaron sin cumplir.
Por todo ello... hoy te dedico el último recuerdo.
