lunes, 31 de mayo de 2010

IN EINEM MAI AUF ERASMUS...


...habe ich nur ein bisschen geputzt, gekocht und gewäscht.

... hatte ich eine hammergute Besuch von einem Freund.

... habe ich neue und bunte Sportschuhe in Zagreb gekauft.

... haben wir den Galicia's Tag mit typischen Gerichten gefeiert.

... habe ich in der Adria geschwommen und mehr als 30 Grads genossen.

... war ich im Mercedes Museum.

... hatte ich den lustigste Abend und die verrückteste Nacht.

... bin ich nach Kroatien, Slowenien und Norwegen und mehr als 6000km gefahren.

... haben wir die Frühlingsfest abgeschlossen.

... habe ich einen 'maldito' 3,5€ Tequila getrunken.

... habe ich ein 'menage-a-trois' gemacht.

... hatten wir eine Party in verlassenen Wagons.

... habe ich viele Arsche berührt.

... war ich in einem Parkhaus total verloren.

... habe ich guten Fisch gegessen. 

... war ich erkältet.

... habe ich den 'bright side of life' entdeckt.

... bin ich fünf Nachte in einer Woche ausgegangen.

... habe ich das ESC in Oslo (ENDLICH!) gelebt und das Sieg auf Lena-Deutschland gefeiern.

... habe ich VIELE verschiedene Biere getrunken.

Worum kann ich mehr bitten?

domingo, 30 de mayo de 2010

COMPARTIR EL MOMENTO

ON...

MPBlog: 'Algo pequeñito' - Daniel Diges.

Me encanta la polémica. Me encantan las aventuras. Me encantan las coincidencias... Por eso me ha encantado Eurovisión 2010.

La polémica de este año en el festival comenzó ya en la preselección de la canción española con una Karmele Marchante rebautizada como Pop Star Queen, que presentó su candidatura con la ¿canción? 'Soy un tsunami'. El equipo de Sálvame se volcó en este proyecto, tratando de repetir la fórmula de Buenafuente, que hace dos años llevó a Rodolfo Chikilicuatre hasta Belgrado. 

Ante el pánico de ver cómo Karmele encabezaba la lista de favoritos en myspace quedó claro que tve, tras las quejas de la UER, así como el desplante del año pasado con Soraya, no iba a volver a dejar que le tomaran el pelo, así que comenzó un tajante cribado de todas las canciones que consideraban no estar a la altura. Para evitar que se les llamase manipuladores directamente, recurrieron a los más recónditos resquicios de las bases del concurso a los que poder agarrarse para poder llevar a cabo la eliminación de tales candidaturas 'frikies'.

Así fue como nos quedamos sin Karmele o El pezón rojo como aspirantes a representar a España en Eurovisión, pero nada pudieron hacer con la propuesta de John Cobra que, viendo su imposibilidad de llegar al festival debido a que el 50% de los votos los emitiría un jurado, se encargó de tener su minuto de gloria en la gala que tve emitió en directo y sacándole los colores a una Anne Igartiburu que no sabía muy bien dónde meterse.

En esa misma gala salió elegido como representante español el no demasiado conocido Daniel Diges con su 'Algo pequeñito', ante la sorpresa de más de uno. La sombra de la manipulación siempre ha rodeado a Eurovisión. Este año no iba a ser menos. El caso es que este hecho no hizo sino generar aún más controversia, en este caso de la boca de la eterna candidata a Eurovisión, Coral Segovia. Cinco veces lo ha intentado y todas ellas se ha quedado a las puertas. Coral no perdió la oportunidad de poner de manifiesto y sin pelos en la lengua lo disconforme que estaba con tve. Ha prometido que jamás se volverá a presentar y la verdad es que no la culpo.

La propia canción seleccionada también ha dado mucho juego. Y es que pocos he encontrado a los que les haya gustado. He oido casi de todo: desde hortera, aburrida hasta cursi, arrítmica pasando por horrible , ridícula y espantosa. El caso es que la canción del que fuera algún día 'El gato' no se puede decir que haya gustado demasiado. 

Ante esta situación, no parecía que Eurovisión fuese a generar mucha expectación este año en España y, sin embargo, obviando el datazo de Chikilicuatre en 2008, el festival ha obtenido este año la mejor audiencia desde los tiempos de Operación Triunfo en tve, congregando a 5.760.000 espectadores (41,9% de share). La razón... la mayor (y menos esperada) de todas las polémicas, pero vayamos poco a poco...

Muchos son los que piensan que adoro Eurovisión. Nada más lejos de la realidad. Más bien me da bastante igual. Si bien es cierto que de niño lo veía rigurosamente todos los años en casa de mis abuelos y que luego lo retomé con Rosa y Beth debido a la fiebre que supuso OT, la verdad es que no volvi a verlo hasta el año del Chiki-chiki. Me da igual a quién seleccionen, cómo quede España y quién gane/pierda. Por mí como si hacemos como Italia y nos desligamos del certamen. Sin embargo y haciendo uso una vez más de mi carácter contradictorio, es cierto que estoy al tanto de todo cuanto acontece en Eurovisión: la sede de cada año, la canción ganadora, los cambios del sistema de votación,... por eso relato la crónica pertinente en este blog y algunos al leerlo veis en mí a uno de esos que 'eurofans' que esperan Eurovisión como agua de mayo (y nunca mejor dicho). Pues no es así.

Por ello y para desquitarme de tal sanbenito, tenía pensado obviar este año este post y hacer simplemente una pequeña alusión, pero viendo el ritmo que llevo y lo que aún me queda por contar, creo que será el artículo eurovisivo más largo de todos cuantos he escrito. Pero prometo que tengo un buen motivo para ello. Además, qué coño, se supone que este blog es de televisión y que escribo en él lo que quiero, ¿no?

El caso es que hace 7 meses estuve a punto de pisar la capital noruega en un viaje que había escogido tal localización de forma totalmente fortuita, pero una serie de catastróficas desdichas (y no exagero un ápice al designarlas como tal) me dejaron clavada una de las espinas más amargas que he tenido que soportar nunca. Me prometí a mí mismo y a todos los que me quisieron escuchar que no trataría de volver a ir a Oslo en mucho tiempo, pero unos meses después el destino me presentó una oportunidad que no podría rechazar.

Nadie se había percatado, pero Eurovisión iba a celebrarse este año en Oslo... ¿por qué no aprovechar el evento para aliviar el pasado y completar el reseteo de una vez por todas? Dicho y hecho. Eso sí, hasta que no pisé suelo oslovita no creí que de veras pudiera haber llegado hasta allí. Una atmósfera extraña me rodeó nada más bajarme del coche y me animó a sacar fuerzas de flaqueza para hacer del fin de semana una experiencia inolvidable. Ni el cansancio acumulado durante toda la semana, ni los precios prohibitivos ni la falta de impacto turístico de la capital del país de los fiordos... nada iba a estropear el momento. O eso pensaba yo...

Si bien Eurovisión no había sido más que una excusa para alcanzar 'la ciudad maldita', el festival convirtió esas 48 horas en una experiencia única e irrepetible. La buena compañía, el buen tiempo, el buen rollo que se respiraba en la ciudad... todo parecía que iba a salir sobre ruedas. Eso sí, entre que las entradas de la final llevaban agotadas varios meses y que el precio de la reventa se escapaba a la beca Erasmus, no teníamos pensado entrar el 'Telenor Arena' a ver el espectáculo. Pero lo que no esperábamos era que el ayuntamiento no organizara ningún tipo de evento en la ciudad para verlo en pantallas. La noticia, a dos horas del festival, nos sentó como una jarra de agua fría.

Aunque habíamos intentado conseguir entradas gratis de las más variopintas maneras, entre ellas picando a la embajada española un sábado o cantando un 'Velero llamado libertad' en un karaoke, alguien dijo que no se quedaría a gusto si no lo intentábamos a las puertas del estadio. Y hasta allí nos fuimos, media hora antes de que todo comenzara. Nos habían dicho que habría una carpa fuera, así que de lo malo, podríamos quedarnos allí. Pero no fue así. Nos encontramos con un paraje desierto y una carpa reservada únicamente a la prensa acreditada. Ni rogando a los de seguridad tuvimos opción de entrar. La sintonía de Eurovisión retumbaba en el ambiente y Daniel Diges actuaba en segundo lugar. Estaba claro, después de tanto esfuerzo y tanta tontería nos lo íbamos a perder.

Mientras Alexander Rybak interpretaba una año después el 'Fairy tale', nos volvimos locos por buscar una solución. Una tele de 40 pulgadas situada a más de 100 metros de nosotros y separada por una inmensa cristalera fue lo único que logramos encontrar para ver la canción del representante español. El zoom de mi cámara captó un chico con un gorro rojo en mitad de la actuación, pero nadie más reparó en ello. La situación daba pena y risa a partes iguales.


Pero no estaba todo dicho... vaya que no. Quedarse a 'mal ver' allí el festival era absurdo, así que tomamos rumbo de nuevo a la ciudad para intentar hacernos un hueco en algún bar... aun perdiéndonos un montón de actuaciones y sin poder asegurar que hubiera sitio en ningún lado. Así fue como llegamos a la Karl Johans Gate, una de las calles principales de la ciudad, sin demasiadas esperanzas hasta que vimos la luz que despedían cuatro hermosas pantallas gigantes en un bar-terraza abierto en plena avenida, repleto de gente de diferentes países volcados en la celebración del festival. Sin pensárnoslo dos veces, allí sacamos nuestra bandera y nuestras trompetas para unirnos a la fiesta europea.

Tenía el capricho de ver, por distintos motivos, tres actuaciones: la española, la alemana y la israelí. El Milim de Harel Skaat lo podría disfrutar porque sabía que actuaría en penúltima posición, la española ya nos la habíamos perdido y la alemana era un misterio, pero cada vez iban quedando menos canciones. Cuando en el puesto 22 vi salir el mapeado alemán y a la genial Lena Meyer en el escenario no me lo podía creer. Era claramente mi favorita desde hacía meses. Los alemanes lo flipaban al verme desentonar el 'Satellite' con tantas o más ansias que ellos.

Ya que no escucharíamos a Daniel en condiciones, sí que nos preparamos para defenderlo a voz en grito cuando saliera el resumen de canciones al final, pero de repente... algo no cuadraba, España volvía a actuar. Nadie de los allí presentes entendía nada, pero 'Algo pequeñito' volvió a sonar el el 'Telenor Arena' y nosotros nos quedamos sin voz haciéndole los coros a Diges.

¡El destino! - gritaban algunos.

Gato está ahí por nosotros, para que podamos verle - decían otros.

¿Qué había pasado? Allí nadie nos sabía dar una respuesta... Ni el sonido ni la imagen habían fallado en la primera intentona... Pocos minutos hicieron falta para descubrir que Jimmy Jump, el conocido infiltrado en eventos deportivos, había saltado al escenario, logrando burlar la seguridad del recinto para colarse en la actuación española . Por eso la UER había permitido que Daniel volviese a interpretar su canción.

El júbilo, las risas y el desmadre fueron las consecuencias de algo insólito en los 55 años de Eurovisión. Y  nosotros lo estábamos viviendo in situ. Pero una última alegría nos deparaba el festival. Si bien estaba entre las favoritas, no podía creerme que Lena y su 'Satellite' se alzaran con el micrófono de cristal, por encima de Azerbaiyan, Dinamarca o Turquía... justo el año que Alemania es nuestro hogar de adopción. 


Los infortunios se habían tornado en una noche increíblemente mágica, una noche que nunca llegó, porque en Oslo el cielo no se terminó de oscurecer en ningún momento y sólo fueron tres horas las que dejamos de ver el sol. Lo dicho... algo increíble.

Así es que si Eurovisión 'me la pelaba' hasta ese momento y Oslo me producía pesadillas, ahora esas dos palabras juntas traen a mi memoria uno de esos recuerdos que espero no olvidar jamás.

El año que viene a Berlín... o a Hamburgo... y he dado mi palabra que haré lo imposible por estar presente. Pero mejor no hacer planes de momento. Está visto que no sirve de nada. Los días nunca acaban como te los imaginas al despertar... y menos si los empiezas perdido en un parking de una estación de autobuses.

¡Ah! y no lo he dicho... 'Gato' quedó en 15ª posición, sólo una por encima que Chikilicuatre en su día. ¿Qué os parece si mandamos el año que viene a Karmele entonces?

OFF...

viernes, 7 de mayo de 2010

GENERACION SKINS

ON...


La empecé a ver por recomendación e insistencia. El primer episodio no me transmitió lo que yo buscaba. Los siguientes... tampoco. Y sin embargo, me tiene profundamente enganchado.

Skins es una de esas series que no dejan indiferente a nadie que la vea más de cinco minutos seguidos. Algunos dicen que 'nuestra' Física o Química se basó en esta serie británica para sus tramas y personajes. Lo cierto es que alguna similitud sí que se puede encontrar si se le pone mucho empeño. Pero en realidad no, cualquier parecido entre ambas es pura coincidencia.

Skins deja de lado el tratamiento de las tramas desde el punto de vista familiar o de los profesores para centrarse en los auténticos protagonistas: unos adolescentes que, mientras buscan su lugar en un mundo caótico, viven una vida llena de excesos. El sexo, las drogas, el alcohol,... todo ocurre de forma exageradamente exagerada sin pudor ni tapujos. Nadie dijo que fuese fácil tener 17.

Si algo la diferencia claramente de FoQ, es que en Skins se aplica a la perfección la ley de acción-reacción. Esta es su auténtica seña de identidad. Y es que, en la polémica serie que emite con gran éxito la cadena E4 desde 2007, toda causa tiene su efecto, toda decisión, su repercusión. Así es como nos encontramos con jóvenes profundamente afectados por las circunstancias de la vida. No hay perfiles ni prototipos, sólo niños que se buscan a sí mismos. Despertar a la vida, conocerse a uno mismo, perder la inocencia... La adolescencia es un periodo agridulce lleno de contrastes, impulsos y locuras, carente de sentido pero envuelto en un halo de magia. 

Desgarradora, directa, impactante,... Skins no es una serie precisamente feliz ni optimista. Por eso ha roto moldes a la hora de reflejar el paso a la vida adulta, sin tópicos ni prejuicios, creando un drama adolescente que logra arrancarte, en una misma escena, tanto una lágrima sincera como la mayor de las carcajadas.


La MTV acaba de adquirir los derechos para llevar a cabo la adaptación estadounidense, que contará con la participación de muchos de los actores de la serie original (o eso han prometido). Habrá que esperar a ver lo que sale de esa mezcla, aunque no acaba de convencerme. La serie no es muy del estilo del american way of life y recortarla, censurarla o suavizarla sólo hará que pierda la esencia que la hace grande, diferente.

Otra de las grandezas de Skins está en el relevo generacional: cada dos temporadas se renuevan los actores que forman parte del elenco de la serie, creando ciclos lógicos y naturales que, en ningún momento pretenden tener a chicos de veintitantos haciéndose pasar por chavalitos de quince. Esto aporta un gran realismo y dinamismo a la historia, permitiendo reflejar muchos y muy variados perfiles de jóvenes. Unos vienen, otros se van,... y así debe de ser. No hay tiempo para cogerle cariño a nadie. Puede que los sueños no se cumplan, que todo vaya de mal en peor o que las cosas nunca acaben con final feliz. Pero eso no importa. Los lazos de unión que se establecen en la adolescencia son irrompibles. Da igual el tiempo que pase, la distancia que se genere o las personas que vengan después. Quizás no les vuelvas a ver, pero el recuerdo de aquéllos con los que se comparte esa etapa de cambios resulta, simplemente, imborrable.

Inmerso ya en la segunda generación de Skins, aun tengo como referente y marcada a fuego la primera. En cierto modo, ellos fueron los originales, los que me descubrieron ese mundo prohibido y, al mismo tiempo, tan atrayente. Tony, Sid, Michelle, Cassie, Maxxie, Anwar, Chris, Jal,... Cada uno con sus problemas, conflictos y trastornos, cada uno con sus imperfecciones, cada uno con su forma de ver la vida y cada uno con su forma de vivirla. No hay buenos ni malos, sólo circunstancias que nos obligan a tomar decisiones. Son esas circunstancias las que nos hacen ser lo que somos.


Que levante la mano quien no haya vivido esa etapa de rebeldía, inconformismo, lucha, incomprensión... vivir la etapa Skins es tan necesario en el desarrollo personal que me atrevería a decir que incluso la deberían poner como asignatura obligatoria en los institutos. Hay quien la vive prematuramente y hay quien es un poco más tardío en el proceso, pero todos deberíamos pasar por ella. Sin excepción. Dejarse llevar, vivir al máximo, cometer errores, sufrir, aprender, aceptar, superarse, lograr, alcanzar,... sólo el que ha experimentado este cúmulo de actitudes puede llegar a ser adulto.

Y es que además, el proceso puede resultar tremendamente divertido. Así es como me siguen cautivando de vez en cuando las noches Skins. Noches en las que nada importa y en las que todo está permitido. Sin reglas, sin ataduras, sin responsabilidades ni compromisos. Donde el riesgo, la locura y el descubrimiento son las únicas reglas del juego. Un juego que no se acaba hasta que sale el sol. Dicen que la noche es joven. Y es una gran verdad. Con todo lo que eso conlleva...

OFF...

sábado, 1 de mayo de 2010

JYSH - HABLÉ CON ELLA (T2 , C6)

ON...

MPBlog: wake me up before you gogo.

Tal y como había dicho, el martes tenía pensado irme con Jose y Nando al Camp Nou a ver cómo el BarÇa trataba de lograr un hueco en la final de la Champions.

Lo que pasa es que tengo unos amigos que son unos rajados y el domingo, a tres días de irnos y cuando nos íbamos a comprar los billetes de avión, me dijeron que pasaban de hacer un viaje tan largo y gastarse tanta pasta para ver cómo el BarÇa quedaba eliminado. Lo cierto es que no les culpo por eso porque razón no les faltaba. ¿Pero yo? yo tenía también el aliciente de ir a ver a Blanca y culminar lo nuestro. Me dejaron tirado y no es la primera vez que lo hacen. Aun así, con un par de huevos, seguí con el plan yo solo. 

Al llegar a la oficina el lunes por la mañana, me reuní con el jefe. Esperaba una respuesta acerca de mi posible traslado a Barcelona. La oferta no llegó en ningún momento. Al final, me atreví a preguntarle. Me puso cara de no saber de qué le estaba hablando y me dijo que eso no era posible de forma tan apresurada y con alguien que llevaba tan poco tiempo trabajando en la empresa. Sin embargo, los continuos mensajes de Blanca y mi necesidad de darle una alegría al cuerpo le dieron a mi tozudez un nuevo impulso para que no abortara el viaje.

Pero esta vez el destino no estaba dispuesto a darme tregua. La noche antes de marcharme, mientras metía mis mejores gayumbos en la maleta, empezó a sonarme el móvil de forma insistente. Era Loli. Apenas había hablado con ella desde la discusión de Navidades. No estábamos pasando por uno de nuestros mejores momentos madre-hijo. He de decir que cogí el teléfono con miedo. Y no me equivocaba. Mi padre acababa de ponerse malo y una ambulancia lo llevaba camino del hospital. Traté de calmar a Loli como pude, la pasé a recoger y subimos juntos a Urgencias.

Allí nos pasamos la mitad de la noche esperando noticias. En silencio. Sin decirnos nada. Las primeras palabras que nos dirigimos fue al llegar el médico a darnos el parte. Afortunadamente, no fue nada grave, aunque pudo haberlo sido. Un subidón de tensión. Y mira que se lo tenemos dicho: que cuide las comidas, la sal, el aceite, que salga a hacer deporte, a pasear,... pero nada, él prefiere quedarse delante del ordenador haciendo sus cosas y escuchando música. A veces me pregunto por qué sólo le gusta hacer eso en su tiempo libre.

Nos dijeron que continuaría en observación unas horas, así que, enterrando el hacha de guerra, me llevé a Loli a tomar un café. Me encantó ver cómo pidió junto al café unas gotas de licor. Mi madre seguía siendo la misma. Yo, para no quedar de nenaza, hice lo propio con mi café. Nos esperaba una larga charla por delante.

Empezamos hablando de Pedro que, acabando su proyecto en Brasil para el verano, esperaba que le asignaran un nuevo destino donde trabajar. Mi madre sigue sin entender demasiado por qué mi hermano no es capaz de asentar la cabeza en un sitio, formar una familia y todas esas cosas que se supone tenemos que hacer los hijos al pasar la barrera de los 30. 

La siguiente fue Olaya, la noticia de su boda ya había llegado a la ciudad y parecía que todos estaban entusiasmados con la idea menos yo. El caso es que no quise entrar en polémica. No era el momento ni el lugar para ponernos a debatir acerca de la eterna discusión. 

Jose y Nando tampoco se libraron de pasar por el análisis de Loli. Me dijo que había visto a Jose con su chico hacía poco y que se lo había presentado. En opinión de Loli, Jose era más bajo pero mucho más guapo, a lo que yo le respondí que al que le tenía que gustar el susodicho era a Jose y no a ella. Tengo que decir que me sentí un poco celoso porque ni a mí ni a Nando nos lo ha presentado aún, pero bueno, supongo que tampoco ha surgido la oportunidad. Nando acaba de empezar a salir con una antigua compañera de la facultad de Jose. Nada serio por el momento, pero mi madre no ha desperdiciado la oportunidad de preguntar rápidamente por mi estado. 

Dadas  las circunstancias en las que nos encontrábamos se me pasó por la cabeza la idea de cómo me hubiera sentido si lo de mi padre hubiese sido algo realmente grave. Llevaba semanas sin verles. No quise tener la agobiante sensación de estar alejado de ellos, cuando yo siempre he sido el niño mimado de casa, así que me lancé a contarle a Loli toda la historia de Blanca. Se quedó tan sorprendida como maravillada. Su gesto no era de aprobación, pero en ningún caso de reprobación. Es algo que siempre me ha gustado de mi madre. Por mucho genio que saque de vez en cuando, siempre ha respetado mi criterio como válido. Eso sí, haciéndome asumir las posibles consecuencias.

Con la tontería nos dieron las 7 de la mañana y, como cada día muy temprano, recibí un SMS de Blanca. En él me decía que en pocas horas nos veríamos y cuántas ganas tenía de que estuviera allí con ella de nuevo. El billete de avión, que salía del aeropuerto en apenas dos horas, estaba en mi cartera. Lo saqué, lo desdoblé y miré a Loli. No dijo nada. En ese momento, mis manos rasgaron el papel en mil pedazos. Una vez más, estaba donde tenía que estar.

Llamé a Blanca y le expliqué mi situación. También le dije que lo del traslado del trabajo no iba a ser posible por el momento. Al principio no se creía lo que le contaba y luego noté en su voz una cierta decepción, que poco a poco se fue convirtiendo en resignación. Una resignación que le impedía preguntarme qué coño íbamos a hacer entonces con nuestra no-relación. Un silencio se hizo en el hilo telefónico. 'Ya hablaremos' fue lo único que le pude decir.

Apenas una hora más tarde, mi padre salía medio convaleciente de Urgencias agarrado de mi brazo. Les bajé a casa y, cuando ya nos estábamos despidiendo, Loli me invitó a comer el domingo con ellos. Acepté de forma natural, pero sin darle mucha trascendencia. No sería hasta un rato más tarde, y ya tumbado en la cama, exhausto y mientras hacía repaso del día, cuando me daría cuenta de que mañana, primer domingo  de mayo, es el día de la madre. Debería haberlo adivinado. Media sonrisa se debió dibujar en mi cara al pensar en Loli. Después de eso, no recuerdo nada más. Fue el primer día en semanas que mi último pensamiento antes de dormirme no fue dirigido hacia Blanca. Siempre lo he sabido, pero ahora lo tengo claro: lo que no consiga una madre... no lo consigue nadie.

OFF...