lunes, 13 de febrero de 2012

HOY PUEDO DORMIR TRANQUILO (Parte VI)

Cuántos meses han pasado sin poder hacerlo.

Ha sido mucho el desasosiego causado por lo que en su día me dio la seguridad momentánea… Es verdad que los comienzos no suelen ser fáciles, pero desde luego este sí que no lo ha sido.

Me había olvidado de ese sentimiento de descompresión que te recorre las entrañas cuando te sientes liberado. Desprenderse de ese peso, esa carga, ese lastre que te impide avanzar es algo tan gratificante como necesario. Un último tramo de viaje inesperado, con retraso sobre el plan previsto, con sustos y obstáculos de esos que te ponen al límite… pero con final feliz. Alcanzar el objetivo propuesto habiendo disfrutado tanto es la mejor guinda que se le podía poner al pastel. Porque con esa guinda no hay que olvidar que también se termina una etapa. Sí, de nuevo, cerramos el círculo…   

Y no es que sienta nada especial, es que sé que es especial.

Se me vienen a la cabeza tantos momentos, lugares y personas de aquí y de allá, que es imposible hilar las palabras con coherencia mientras todos esos recuerdos se agolpan en mi cabeza deseando salir. Esa mezcla de sentimientos a caballo entre la satisfacción y la nostalgia no es algo que se pueda controlar con facilidad. Ahora he entendido que la desvinculación necesitaba de su propio proceso, de su propio tiempo de reposo. Así, y sólo así es como se puede mirar hacia atrás con cariño y hacia adelante con ganas e ilusión. 

Mañana todo volverá a comenzar… pero mientras tanto me voy a la cama de nuevo con una gran sensación de calma. Hoy dormiré con la tranquilidad de haber llegado a tiempo a la meta, de no haberme defraudado, de haber recuperado una parte esencial de mí que se había perdido, de ponerle un punto y aparte (que no final) a lo vivido y de notar que todo lo que ocurre tiene un sentido. Sólo sé que hoy soy más yo que nunca y eso es lo que importa después del camino recorrido. Y por eso mismo es momento de continuar con la mejor de las sonrisas, sin dormirse ni desfallecer, de valorar lo que se tiene, de volver a dejarse sorprender, de dejar los miedos a un lado para saltar al vacío una vez más. Es así cómo nacen cada día las historias para contar y cómo cada noche se fabrican los sueños del futuro. 

Buenas noches… porque hoy sí que son buenas (aunque mañana vuelva temprano a trabajar con el termómetro a -20ºC).

Continuará…

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