miércoles, 21 de marzo de 2012

JYSH – LLENO DE ENERGIA (T4, C2)

ON…

MPBlog: wake me up before  you gogo 

Uno va dejando que pasen los días y, cuando se da cuenta, se le ha pasado la vida por delante de las narices y ni la ha olido.

Algo así me ha ocurrido a mí en los últimos seis meses porque sí, ya llevo más de medio año formando parte del autodenominado destierro de la generación perdida. Se ha pasado todo increíblemente rápido y, sin embargo, han sido unos meses especialmente complicados.

No se puede negar la evidencia. Era obvio que me enfrentaba a un cambio radical, lleno de retos y dificultades, pero nunca pensé que esta acomodación acabaría por convertirse en una especie de aterrizaje forzoso con caída en picado. Bajar de la nube en la que flotaba hace un año, poner los pies en el suelo y, al mismo tiempo, mantener la ilusión y las ganas intactas es algo que resulta mucho más complicado de lo que puede parecer desde fuera.

Harto de ver cómo los españoles por el mundo de la tele alardean de sus triunfos y méritos alcanzados en el extranjero, yo no he dejado de sentirme más y más pequeño cada día. Paralizado por el miedo al fracaso e imposibilitado por un idioma del que apenas sabía un par de frases cuando llegué, no son pocas las veces que me he sentido completamente fuera de lugar. Lo de Brasil había sido distinto, una locura transitoria que tenía principio y fin, pero aquí, aquí  se suponía que venía para quedarme. 

Llegué cargado de energía, de esa energía que me habían regalado el sol y las olas del mar. Pero aquí ni sol, ni olas, ni mar. Aquí sólo estaba mi amigo Jose y a él, como única persona de confianza, le convertí en el depositario de mi energía. Sin embargo, ya desde el minuto uno noté que algo no iba a funcionar entre nosotros.

Hace mucho que aprendí que todas las relaciones cambian con el tiempo, porque también lo hacemos las personas. El Jose que me encontré aquí no fue el mismo Jose que yo dejé en nuestra ciudad natal. Apenas unos días me bastaron para notar que había una barrera invisible entre nosotros, pero pensé que era normal después de esos meses sin vernos y que, poco a poco, volvería a recuperarse la confianza perdida. No fue así. El Jose más espontáneo y amable fue dando paso a un hermetismo que no quise ni pude romper.

El caso es que apenas hablamos, apenas quedamos, apenas nos vemos. Casi como si de dos desconocidos se tratara. Tanto es así que empecé a pensar que le pasaba algo, conmigo o con el mundo, así que me tragué mi orgullo y traté de hablar con él en varias ocasiones. Un día tomando un café le pregunté por Toni, el chico del que me había hablado en el viaje a Londres. Esquivó la conversación como pudo y yo no quise incidir más en ello. También recuerdo la tarta con velas que le compré el día de su cumpleaños a sabiendas de lo litúrgico que es y de cuánto le gusta el ritual de apagarlas. Pensé que aquello nos acercaría pero también me equivoqué entonces.

Es como si nada le hiciera ilusión, como si de alguna manera se hubiese empeñado en borrar completamente su pasado y con ello, todo y todos los que pertenecemos a él. Y aunque no sé qué vida lleva o lo que hace dentro y fuera del trabajo, no se le ve bien, no está bien, pero me he cansado de intentar comprenderle. Ambos sabemos que seguimos estando el uno para el otro, así que el día que quiera, estaré dispuesto a escucharle. Hasta entonces, yo también tengo que seguir mi propio camino.

Lo cierto es que no esperaba una decepción así con él que, si bien no consiguió arrebatarme la energía, sí que me la dejó caóticamente desestabilizada, por lo que necesité de un refugio que sirviera de contención al ardor de sensaciones que empezaron a invadirme. Así fue como una fría tarde de otoño y desde la habitación del hotel, las vi conectadas y me puse a hablar con ella... y con ella… y también con ella. 

Bien sabéis que Claudia siempre me ha vuelto loco y ella, aunque está saliendo con otro tío desde hace casi dos años, me daba a entender que también. Estuvimos manteniendo contacto prácticamente diario, hablando durante horas y así fue como las ganas de volverla a ver por navidades fueron aumentando con el paso de los días. Todas las promesas quedaron en un arrepentimiento por su parte. Tú estás lejos y yo ya tengo aquí una vida. No le quiero hacer daño. No soy tan valiente como tú. Si estuviera sola sería distinto... todo fueron excusas para darme plantón el día que íbamos a quedar para vernos. Sabes que ahora no puede ser, Jorge. Quizás algún día...

A Blanca, a la que no veo desde nuestro finde en Valencia, le viene ocurriendo justamente lo contrario. Después de una relación de casi cuatro años con su novio (sí, porque resulta que tenía novio y era el tío con el que la pillé morreándose en la discoteca de Barcelona en la no-boda de Olaya), no tiene ganas más que de disfrutar de su juventud sin compromisos ni ataduras. O eso es al menos lo que ella me dice. El caso es que para el próximo mes estoy organizando un viaje a Barcelona con Loli y Luis para ir a visitar a Olaya, así que es probable que saque un rato también para verla a ella.

Y para completar el terceto… Antía. ¡Qué decir de ella! pues  que sigue igual de ‘andaluza’ que siempre, pero tiene el don de sacarme una sonrisa de vez en cuando, que nunca está de más. Tuvo el morro de soltarme que el plantón que me dio fue porque no le gustan las despedidas y le daba pena. Dice que sabe que volveré por allí y que por tanto no había motivo para tener que despedirse. ¿Lo peor de todo? Que tiene parte de razón. No hay día que no me acuerde de lo vivido en el sur y que no tenga ganas de volver. 

Así que, para variar, entre todas no hago una. Suerte que, sin darme cuenta, encontré a la perfecta guardiana de mi energía. Aunque al principio reconozco que me parecía muy difícil conseguirlo, Cata y yo hemos logrado conservar el pacto de hermandad que forjamos junto a nuestro mar y, pese a la distancia que ahora nos separa, se ha convertido en alguien absolutamente imprescindible. Tanto es así que, aunque eche de menos compartir muchas cosas con ella, casi no noto su ausencia. Supongo que seguir manteniendo nuestras infinitas charlas ayuda. La verdad es que no concibo mi vida sin ella ahora mismo.

En medio de esta vorágine es como comienza, una vez más, la primavera y con ella la renovación anual de la energía. El período de acomodación parece haberse superado y ahora es el turno de empezar a construir una nueva historia. 

OFF…

No hay comentarios: