lunes, 28 de mayo de 2012

ENCIENDE TU FUEGO

ON…

MPBlog: Loreen - ‘Euphoria’

No soy, ni con mucho, un eurofan. De hecho, la época en la que lo veía con asiduidad se remonta a mi niñez y a la casa de mis abuelos maternos, cuando iba a ver el festival con ellos. Era la década de los noventa, los años más oscuros de Eurovisión.

Con la llegada de Operación Triunfo en el 2000, Eurovisión sufrió un relanzamiento que hizo que todos los españoles estuviésemos pendientes de la actuación de Rosa y su Europe´s living a celebration. Su nada despreciable séptimo puesto nos supo a poco.

Tras la era OT, Eurovisión volvió a caer en el olvido para mí, hasta que en 2008 llegó Chikilicuatre y revolucionó el panorama bailando el chiki-chiki.

Quién me iba a decir que dos años más tarde acabaría yendo a Oslo y viviría in situ (que no dentro) el festival. La diferencia es que en aquella ocasión no iba con la canción española sino con la de una jovencita alemana llamada Lena Meyer, que no dejaba de sonar en las radios y discotecas de mi país Erasmus. Aún recuerdo los intentos de colarnos en el Telenor Arena, la salida del espontáneo Jimmy Jump en la actuación de Daniel Diges y los momentos de las votaciones en el Spikersuppa, que hacían ganadora a Lena y sus satélites. Por razones obvias y no tan obvias, este siempre será mi recuerdo eurovisivo por excelencia. El lema de aquel año, Share the moment, no podía haber sido más acertado.

Igualar la experiencia va a estar complicado y es por ello que Eurovisión ha vuelto a resultarme bastante indiferente desde entonces. Ya el año pasado este blog se quedó sin la correspondiente reseña sobre Lucía Pérez y el ‘Que me quiten lo bailao’ en el festival celebrado en la siempre eterna Düsseldorf.

La situación económica española, que también ha alcanzado al ente televisivo público, hizo que este año se prescindiera de galas de selección de nuestro representante y se optó por la elección directa. Así fue como Pastora Soler defendería la balada ‘Quédate conmigo’ en el impresionante Crystal Hall de Baku (Azerbaiyán), sede de Eurovisión este año y en el que participaron hasta 42 países diferentes.

La artista española se convirtió en una de las preferidas en las casas de apuestas, incluso la prensa especializada publicó que llegaría a desbancar a la gran favorita, el Euphoria de la sueca Loreen. Esto generó un sentimiento de ilusión nacional de ver a Pastora alzarse con la victoria. El hashtag de twitter #todosconpastora recogía toda esa esperanza de los grandes seguidores y defensores del festival, pero también de los que no lo somos tanto.

Pero al final (y ya deberíamos estar acostumbrados) todo quedó en nada. Los pronósticos se cumplieron y Suecia ganó de forma aplastante con 372 puntos sobre las segundas clasificadas, las abuelas rusas. Pastora se tuvo que conformar con un digno décimo puesto, que si bien mejora notablemente los datos cosechados en los últimos años, se queda por debajo de las expectativas generadas.

En cuanto a audiencia, el festival también pareció querer resurgir este año, con un 43.5% de share y más de 6 millones y medio de espectadores, demostrando la fortaleza y capacidad de convocatoria que mantiene Eurovisión en nuestro país.

Por mi parte, ni vi el festival este año ni creo que me perdiera demasiado, pero no me pude contener a ver la actuación de Pastora al día siguiente por internet. Algo se me removió por dentro...

Una apuesta por la sencillez y la calidad vocal de una gran artista. Los británicos, sin embargo, no dudaron en criticar su vestido, su gesticulación y hasta su chorro de voz. En Europa siguen sin entendernos y, viendo los tiempos que corren, creo que nunca lo harán. Eso sí, bien que les gusta veranear en nuestras playas.

OFF…

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