sábado, 19 de diciembre de 2009

AUNQUE LA MONA SE VISTA DE SEDA...

ON...


Sé yo de alguien a quien le va a gustar mucho el título de esta entrada y también a quién no le va a gustar nada. A ambas decidles que le busquen otro sentido, pues hoy el tema no es tan banal como pudiera parecer.

Ayer reapareció en la noche de Telecinco y su 'Sálvame Deluxe' la ¿nueva? Belén Esteban. La expectación generada en la cadena durante toda la semana a causa de la operación de cirugía estética de la ex del torero culminó con un viaje en limusina y una bajada de escaleras como si de una estrella de Hollywood se tratara.

Jovial, espléndida y encantada de haberse conocido. Así se nos mostraba Belén cual cisne que ha desplegado todo su plumaje. Las bolsas en los ojos fuera, los labios perfilados y la nariz reconstruida. Toda una obra de ingeniería alabada y criticada a partes iguales. Los colaboradores del programa se deshacían en halagos al ver a su compañera, la co-presentadora del programa y autodenominada 'princesa del pueblo', al tiempo que el siempre cordial (ejem ejem) y máximo responsable de este circo televisivo, Jorge Javier Vázquez, no dejaba de recordarle a Belén lo bien que había hecho en hacerle caso y haber asistido a su cirujano de confianza, haciendo alarde de las operaciones de estética y una apología de las mismas aguda y chirriante.

Pero a lo que íbamos. Ella encantada. Si estamos hoy refraneros también podríamos citar el dicho aquel de llámame perro y dame de comer. Pues eso, que entre todos le hemos pagado la multioperación. Y es que el programa arrasó con un 26% de share, dejando bajo mínimos a DEC en esa lucha encarnizada de los viernes que mantienen ambos espacios desde hace unos meses por demostrar a la audiencia española cuál de los dos es capaz de emitir una mayor cantidad de contenido basura.

Y cuidado, que no me estoy poniendo en contra ni de las operaciones de estética, ni de Belén Esteban, ni de los programas del corazón. Pero digo yo que todo esto tendrá que tener un límite... ¿o es que, como en el amor y la guerra, aquí ya vale todo?

La televisión ya no es reflejo de lo que somos ni de lo que queremos ser. ¿Qué pensará la quinceañera que se ve gorda frente al espejo? que el bisturí todo lo arregla... ¿y el tío que no se come un colín? pues una reconstrucción de cara y listo... ¿y la mujer que ya pasa de los 50? que el Botox es el mejor aliado para las arrugas de expresión... y así todos los ejemplos que queramos.

Maldita sociedad que nos hace esclavos de la imagen y donde nos hacen creer que sólo el hombre y la mujer perfectos pueden llegar a triunfar. Es hora de darse cuenta de que NO existe tal perfección y que precisamente los defectos son los que nos dan personalidad y nos hacen únicos y diferentes al resto. Anoche todos se esforzaban por encontrarle un parecido a la nueva Belén mientras ella repetía una y otra vez que no se equivocaran, que seguía siendo la Esteban de siempre. Quizás esto fue lo único que me gustó escuchar de su boca.

El alcance de la belleza no está en pasar por un quirófano con casi un 1% de casos mortales, ni en dejar tiesa la VISA en las tiendas de moda, ni en engalanarse con joyas y perfumes cual árbol de navidad. No, nada de eso. La belleza no es algo universal. Es algo mucho más personal, íntimo y subjetivo. Es eso que capta nuestra atención y sobre lo que ponemos todos nuestros sentidos. Es eso que nos deja maravillados, que nos emociona, que nos llena y también eso que nos corta la respiración, nos quita el hipo y nos deja sin voz. La belleza es eso que nos arranca una sonrisa y, también de vez en cuando, alguna que otra lágrima.

Puede que la aparición estelar de Belén de anoche cumpla todos estos requisitos, pero no sé por qué sigo sin encontrarle la belleza por ninguna parte. Quizás sea porque lo bello encierra cierta magia... y esto ya no se logra a golpe de talonario.

OFF...

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