sábado, 1 de mayo de 2010

JYSH - HABLÉ CON ELLA (T2 , C6)

ON...

MPBlog: wake me up before you gogo.

Tal y como había dicho, el martes tenía pensado irme con Jose y Nando al Camp Nou a ver cómo el BarÇa trataba de lograr un hueco en la final de la Champions.

Lo que pasa es que tengo unos amigos que son unos rajados y el domingo, a tres días de irnos y cuando nos íbamos a comprar los billetes de avión, me dijeron que pasaban de hacer un viaje tan largo y gastarse tanta pasta para ver cómo el BarÇa quedaba eliminado. Lo cierto es que no les culpo por eso porque razón no les faltaba. ¿Pero yo? yo tenía también el aliciente de ir a ver a Blanca y culminar lo nuestro. Me dejaron tirado y no es la primera vez que lo hacen. Aun así, con un par de huevos, seguí con el plan yo solo. 

Al llegar a la oficina el lunes por la mañana, me reuní con el jefe. Esperaba una respuesta acerca de mi posible traslado a Barcelona. La oferta no llegó en ningún momento. Al final, me atreví a preguntarle. Me puso cara de no saber de qué le estaba hablando y me dijo que eso no era posible de forma tan apresurada y con alguien que llevaba tan poco tiempo trabajando en la empresa. Sin embargo, los continuos mensajes de Blanca y mi necesidad de darle una alegría al cuerpo le dieron a mi tozudez un nuevo impulso para que no abortara el viaje.

Pero esta vez el destino no estaba dispuesto a darme tregua. La noche antes de marcharme, mientras metía mis mejores gayumbos en la maleta, empezó a sonarme el móvil de forma insistente. Era Loli. Apenas había hablado con ella desde la discusión de Navidades. No estábamos pasando por uno de nuestros mejores momentos madre-hijo. He de decir que cogí el teléfono con miedo. Y no me equivocaba. Mi padre acababa de ponerse malo y una ambulancia lo llevaba camino del hospital. Traté de calmar a Loli como pude, la pasé a recoger y subimos juntos a Urgencias.

Allí nos pasamos la mitad de la noche esperando noticias. En silencio. Sin decirnos nada. Las primeras palabras que nos dirigimos fue al llegar el médico a darnos el parte. Afortunadamente, no fue nada grave, aunque pudo haberlo sido. Un subidón de tensión. Y mira que se lo tenemos dicho: que cuide las comidas, la sal, el aceite, que salga a hacer deporte, a pasear,... pero nada, él prefiere quedarse delante del ordenador haciendo sus cosas y escuchando música. A veces me pregunto por qué sólo le gusta hacer eso en su tiempo libre.

Nos dijeron que continuaría en observación unas horas, así que, enterrando el hacha de guerra, me llevé a Loli a tomar un café. Me encantó ver cómo pidió junto al café unas gotas de licor. Mi madre seguía siendo la misma. Yo, para no quedar de nenaza, hice lo propio con mi café. Nos esperaba una larga charla por delante.

Empezamos hablando de Pedro que, acabando su proyecto en Brasil para el verano, esperaba que le asignaran un nuevo destino donde trabajar. Mi madre sigue sin entender demasiado por qué mi hermano no es capaz de asentar la cabeza en un sitio, formar una familia y todas esas cosas que se supone tenemos que hacer los hijos al pasar la barrera de los 30. 

La siguiente fue Olaya, la noticia de su boda ya había llegado a la ciudad y parecía que todos estaban entusiasmados con la idea menos yo. El caso es que no quise entrar en polémica. No era el momento ni el lugar para ponernos a debatir acerca de la eterna discusión. 

Jose y Nando tampoco se libraron de pasar por el análisis de Loli. Me dijo que había visto a Jose con su chico hacía poco y que se lo había presentado. En opinión de Loli, Jose era más bajo pero mucho más guapo, a lo que yo le respondí que al que le tenía que gustar el susodicho era a Jose y no a ella. Tengo que decir que me sentí un poco celoso porque ni a mí ni a Nando nos lo ha presentado aún, pero bueno, supongo que tampoco ha surgido la oportunidad. Nando acaba de empezar a salir con una antigua compañera de la facultad de Jose. Nada serio por el momento, pero mi madre no ha desperdiciado la oportunidad de preguntar rápidamente por mi estado. 

Dadas  las circunstancias en las que nos encontrábamos se me pasó por la cabeza la idea de cómo me hubiera sentido si lo de mi padre hubiese sido algo realmente grave. Llevaba semanas sin verles. No quise tener la agobiante sensación de estar alejado de ellos, cuando yo siempre he sido el niño mimado de casa, así que me lancé a contarle a Loli toda la historia de Blanca. Se quedó tan sorprendida como maravillada. Su gesto no era de aprobación, pero en ningún caso de reprobación. Es algo que siempre me ha gustado de mi madre. Por mucho genio que saque de vez en cuando, siempre ha respetado mi criterio como válido. Eso sí, haciéndome asumir las posibles consecuencias.

Con la tontería nos dieron las 7 de la mañana y, como cada día muy temprano, recibí un SMS de Blanca. En él me decía que en pocas horas nos veríamos y cuántas ganas tenía de que estuviera allí con ella de nuevo. El billete de avión, que salía del aeropuerto en apenas dos horas, estaba en mi cartera. Lo saqué, lo desdoblé y miré a Loli. No dijo nada. En ese momento, mis manos rasgaron el papel en mil pedazos. Una vez más, estaba donde tenía que estar.

Llamé a Blanca y le expliqué mi situación. También le dije que lo del traslado del trabajo no iba a ser posible por el momento. Al principio no se creía lo que le contaba y luego noté en su voz una cierta decepción, que poco a poco se fue convirtiendo en resignación. Una resignación que le impedía preguntarme qué coño íbamos a hacer entonces con nuestra no-relación. Un silencio se hizo en el hilo telefónico. 'Ya hablaremos' fue lo único que le pude decir.

Apenas una hora más tarde, mi padre salía medio convaleciente de Urgencias agarrado de mi brazo. Les bajé a casa y, cuando ya nos estábamos despidiendo, Loli me invitó a comer el domingo con ellos. Acepté de forma natural, pero sin darle mucha trascendencia. No sería hasta un rato más tarde, y ya tumbado en la cama, exhausto y mientras hacía repaso del día, cuando me daría cuenta de que mañana, primer domingo  de mayo, es el día de la madre. Debería haberlo adivinado. Media sonrisa se debió dibujar en mi cara al pensar en Loli. Después de eso, no recuerdo nada más. Fue el primer día en semanas que mi último pensamiento antes de dormirme no fue dirigido hacia Blanca. Siempre lo he sabido, pero ahora lo tengo claro: lo que no consiga una madre... no lo consigue nadie.

OFF...

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