martes, 10 de julio de 2012

JYSH - MUCHO MAS QUE UNA VICTORIA (T4, C6)

ON…

MPBlog: wake me up before you gogo

Las cosas vienen solas. Da igual cuánto las persigamos o cuánto empeño pongamos en conseguirlas antes de tiempo, porque por mucho acelerador que le metamos, no van a llegar primero. Si están de ser, serán, aunque puede que no de la misma manera a como las habíamos imaginado.

Me desperté con resaca de la noche anterior. A mi lado, la alemana que me la pone dura aún dormía profundamente. Me levanté y preparé el desayuno para los dos. Había que coger fuerzas: había sido una larga noche e iba a ser un día muy largo, aunque yo todavía no lo pudiese imaginar.

Antes de mediodía salía por la puerta de su casa con la mente puesta en un único pensamiento, el fútbol. Sí, esa misma tarde la Selección española se jugaba la Eurocopa frente a Italia y mi máxima preocupación entonces era si lograríamos o no la ansiada victoria. Fueron unas horas eternas, en las que las manecillas del reloj parecían no querer moverse o, al menos, eso me pareció a mí.

Cuando por fin llegó la hora, me puse mi camiseta roja y cogí la bandera que habíamos conseguido un colega y yo días atrás. Todo estaba listo en un bar con un 85% de españoles y un 15% de italianos. Quizás intuían lo que estaba por pasar. La previa comenzó con un par de cervezas y por eso mis ojos creyeron estar confundidos cuando le vi aparecer. Jose entraba en ese momento por la puerta, buscando un sitio para sentarse entre el mogollón de gente. Se me hizo tan raro tenerle cerca sin ser en la oficina, que aparté la mirada antes de que se percatara de mi presencia allí.

El partido comenzó entonces, pero ni los gritos, ni los canticos, ni los goles, ni las cervezas, ni la abrumadora victoria de cuatro goles a cero lograron hacerme olvidar que, de entre los cientos de personas allí reunidas por una misma ilusión, había una que me importaba por encima de todas. Fue entonces cuando dejé de hacer fotos, de agitar la bandera, de cantar el Yo soy español y me puse a buscar a Jose entre la multitud. Ni rastro de él. Parecía haberse esfumado... o quizás era verdad que nunca había estado allí. Pero no era momento de lamentos, esa noche acababa de empezar y había mucho que celebrar. La marea roja me arrastró hasta la fuente de la ciudad y, de repente, le vi pasar a lo lejos. Traté de ir tras él pero el resto, pensando que lo que quería era librarme del baño, me cogieron a la fuerza y me empaparon entero. Cuando quise localizarlo de nuevo me fue imposible. Le había vuelto a perder en la oscuridad.

Al salir de la fuente  chorreaba agua por todos lados, así que se me ocurrió la idea de secarme y cubrirme con la bandera... ¿La bandera? ¿Dónde cojones estaba la bandera? Busqué en todos los bolsos, bolsillos, mochilas... y ni rastro. Con la euforia debía haberla olvidado en el bar. Sin llegar a enfadarme, pero tocado por el descuido, di por terminada la velada y decidí irme y volver a casa en el siguiente autobús. Mientras tiritaba de frío en la cola, alguien me agarró del hombro y me dijo: ¿no estarás buscando esto, verdad?

Al darme la vuelta me encontré con mi bandera… y detrás de ella con Jose, que me la había recogido del bar. Sin saber muy bien qué decir, le di las gracias. Su respuesta fue sólo una sonrisa, una de esas que llevaba tantos meses sin ver en su cara, y que me hizo pensar que era el momento preciso. Un ahora o nunca para arreglar las cosas.

Y así comenzamos a hablar durante horas, a contárnoslo todo, a lanzarnos todos los reproches, a pedirnos todos los perdones... en definitiva, a recuperar todo el tiempo que habíamos perdido.

Del porqué de su actitud de rechazo durante estos meses, me quedo con su arrepentimiento. A veces los amigos no queremos ni necesitamos escuchar razones, nos basta sólo con que haya buenas intenciones. Un abrazo de los de restallar fue suficiente para que ambos entendiéramos las palabras que nos quedaron por decir.

Justo estábamos despidiéndonos cuando se me encendió el último fusible de la bombilla de la noche. Hace semanas que Olaya y yo llevamos preparando las vacaciones juntos y tenemos alquilado un apartamento en las playas del Mediterráneo. Sin pensarlo demasiado le dije a Jose que se viniera con nosotros y a él se le iluminaron los ojos con la propuesta. Hemos compartido muchas cosas y momentos a lo largo de los años, pero nunca antes hemos tenido la oportunidad de irnos de vacaciones los tres, así que aceptó sin dudarlo. No es por generar falsas expectativas, pero algo me dice que la vamos a liar muy gorda…  Con el subidón por la victoria de nuestra selección de fútbol, la satisfacción de las reconciliaciones y la idea de pasar el mejor verano de nuestras vidas, dimos por concluida la velada.

Al día siguiente ambos entrábamos a trabajar a primera hora, muertos de sueño y con unas ojeras de locos, pero los dos empezaríamos la semana con la mejor de nuestras sonrisas.

OFF…

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