viernes, 4 de junio de 2010

JYSH - UNA NOCHE PARA (NO) OLVIDAR (T2, C7)

ON...


Blanca ha decidido pasar de mí. O yo de ella. Según se mire. El caso es que ya no es lo que era.

Los días posteriores a la cancelación del viaje a Barcelona, Blanca siguió llamándome diariamente. Sus palabras no hacían sino acentuar mi apijotamiento por ella. Siempre pendiente de mí, diciéndome cuánto le importaba, lo mucho que le gustaba, pidiéndome sin cesar que lo dejara todo y me fuera a vivir con ella...

Llegué a planteármelo en serio. Mi contrato en la empresa se acaba a finales de mes y no estoy del todo convencido de que me vayan a ofrecer una renovación. De todas formas, tengo mejores cosas en las que pensar ahora mismo. Y es que la ilusión con Blanca duró poco. A mitad de mes se fue de viaje por la costa con sus amigos y, como si se la hubiera tragado la tierra, desde entonces no ha querido saber nada más de mí, salvo un par de mensajes que nada tienen que ver con nuestras conversaciones eternas.

Totalmente rallado por la idea de que pudiera haber conocido a otro tío, se lo conté a mis amigos. Tanto Jose como Nando coincidieron esta vez. Estaba perdiendo el tiempo. Los dos me dijeron que no parecía el mismo desde que había vuelto de Brasil. Yo, que solía buscar cada noche una nueva presa, me he convertido en un calzonazos que llevaba sin follar casi 100 días.

La mente perversa de Nando se iluminó en ese momento. 

- Jorgito, esto no puede seguir así. Se te va a caer a cachos de no usarla. Ya tiene telarañas...  ¿Sabes qué? Se me acaba de ocurrir la apuesta definitiva...

Sus ojos de malicia me dieron mucho miedo.

- Tienes que tirarte a una tía antes de que se cumplan los 100 días de abstinencia. ¿Cuándo fue la última vez? A ver, déjame un calendario. Si no lo logras... te llevamos de putas.

Creo que mi expresión dejaba claro que yo pasaba de esa historia y que lo de ir de putas no iba conmigo, pero para no quedar de marica (que me perdone Jose), sólo se me ocurrió preguntar:

- ¿Y qué me llevo yo si gano?

- Un polvazo tío... ¿qué más quieres? - me dijo Jose.

Entonces fue a mí a quien se le iluminó la cara:

- Pues quiero que nos presentes a tu chico, Jose.

Los ojos de mi amigo se abrieron como platos:

- Esto... eh...

- Hecho - sentenció Nando. Te quedan 10 días... Tu fecha límite es la noche del 3 de junio, miércoles. Grábatelo a fuego. No vale que repitas con ninguna, así que olvídate de Claudia ...y queremos pruebas. No nos fiaremos de tu palabra. Lo demás es cosa tuya, campeón.

Acababa de cavar mi propia tumba, mi descenso al infierno. Mi perdición se firmó en ese pacto verbal aparentemente inocente.

Los días siguientes no le di demasiada importancia al asunto, hasta que Nando empezó a recordarme insistentemente que me quedaban 5, 4, 3, 2,... 1 día. Había llegado el 3 de junio y yo ni siquiera me había acercado a una chica.

Jose y Nando decidieron ver mi derrota en directo, así que quedamos anoche para salir, por si era necesario acudir finalmente al club de alterne en el que culminar la apuesta. A medida que fueron pasando las horas y las cervezas, la insistencia de Nando terminó por dar sus frutos. Totalmente borracho y sin ningún tipo de consciencia de mí mismo me acerqué a la primera tía que vi en la barra y le planté un morreo. Ella, en lugar de apartarse o darme una ostia, me siguió el juego. No era nada guapa y se trataba de una total desconocida de dudosa reputación, pero era mi última y única opción de ganar la maldita apuesta.

Totalmente embriagado por el alcohol me fui con ella no sé muy bien a dónde. Desde luego, el sitio al que me llevó no era su casa. Allí nos lo montamos hasta que se hizo de día. Todo muy rápido. Muy confuso. Lo siguiente que recuerdo es el sonido de mi despertador para ir a trabajar. Menuda resaca...

Me duché, me tomé un café bien cargado y salí pitando a la oficina. Afortunadamente, no tuvimos mucho curro esta mañana. Bueno, lo de afortunadamente es un decir... me he pasado el día entero intentando recordar a la pava, su nombre, cómo era, lo que habíamos hecho, dónde,... pero nada. Mi cabeza es un vacío existencial. Sólo me venían imágenes y flashes de la noche, como si de un sueño se tratara.

Me empecé a agobiar, por muchas tías con las que haya estado, lo de anoche no fue normal, así que he esperado ansioso toda la jornada para recurrir a la única persona que podía decirme algo sensato en este momento... Olaya. Cuando he terminado de contarle por skype lo poco de lo que me acuerdo, Olaya se ha echado las manos a la cabeza.

- Jorge, la has cagado. ¿De verdad no recuerdas nada de nada? ¿Al menos habrás usado condón, no?

Al oir esa palabra, mi cara (y creo que el cuerpo entero) palideció. Ni siquiera puedo asegurar haber tomado precauciones. ¿En qué coño (y nunca mejor dicho) estaba pensando? Olaya ha estado tratando de tranquilizarme como ha podido, pero no ha resultado demasiado efectivo frente a mi ataque de nervios. Y, por si fuera poco, no tenía pruebas de mi 'hazaña'. Ya sé que es lo menos importante en este momento, pero tanta mierda para nada...


- ¿Y su móvil? ¿No le pediste el número?

Sabía que Olaya era la única que podía salvar mi pellejo. He mirado corriendo en últimas llamadas y ahí estaba: un toque de un número desconocido a eso de las 4 de la madrugada. Esto me ha permitido recordar que ella me pidió mi número y yo se lo di, así que probablemente la llamada que tengo guardada es un toque desde el teléfono de mi conquista nocturna.

Olaya me ha dicho que tengo que llamarla inmediatamente. Yo, aún temblando, le he dado las gracias y le he cerrado el skype. No sé si es oportuno llamar ahora mismo a una desconocida en estado de alarma para preguntarle si practicamos sexo seguro. Además, probablemente ella estuviera tan borracha como yo o más. Pero tampoco puedo dejar las cosas así como están. Me da igual haberme tirado a una desconocida. Lo que realmente me asusta es haber perdido el control de mí mismo de tal forma que no sea capaz de recordar ni el color de sus ojos. Sí, tengo que ponerme en contacto con ella, pero hoy no... ya he tenido suficientes emociones fuertes.

Y, por si fuera poco, acabo de dejar a Olaya con la palabra en la boca. Ella, que... ¡Oh no, mierda! Lo sabía, sabía que se me olvidaba algo. Su cumpleaños fue hace tres días y no la felicité y ayer... ayer comenzaba la cuenta atrás para su boda. Queda justo un mes y tampoco me he preocupado de preguntarle cómo iban los preparativos. ¡Soy un sinvergüenza, un cafre y un gilipollas! ¿En qué clase de persona me he convertido?

No doy una... nada me sale bien. Esto se me ha ido totalmente de las manos. Y lo peor de todo es que no sé cómo ponerle remedio... si es que lo tiene. Porque, la verdad, yo ya empiezo a dudarlo.

OFF...

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