miércoles, 6 de enero de 2010

SIGUIENDO MI ESTRELLA


Queridos Reyes Magos:

Puede que les extrañe recibir una carta un día como hoy. Ya sé que lo normal es enviarla antes para así asegurarse que les llegan nuestras peticiones a tiempo, pero lo cierto es que no me dirijo a ustedes para pedirles nada.

Aunque su noche de intenso trabajo haya terminado y deseen tomarse unas merecidas vacaciones, seguro que ahora empiezan a recibir las pertinentes reclamaciones: que si el juguete no funciona, que si la talla de ropa no era la correcta, que si esto está roto... Sólo espero que las tiendas y grandes almacenes les echen una mano en este período de rebajas que mañana da comienzo. Yo estoy muy satisfecho con todo lo que me han traído este año. Así que no, esta carta tampoco tiene como objetivo manifestar ningún tipo de queja. Más bien todo lo contrario.

Por la presente tan solo me gustaría expresar mi gratitud por hacer, una vez más, de la tarde-noche de ayer y la mañana de hoy un momento mágico. Les vi en la cabalgata hablando perfecto español (cómo se nota su dominio de las lenguas) y más de cerca que nunca. Tanto que casi les pude tocar. Por la noche dejé rigurosamente mis zapatillas bajo el árbol y me fui a dormir con la misma ilusión que siempre. Al despertarme, me sorprendió un salón repleto de regalos y buenos deseos. Ni rastro de carbón. Querrá decir eso que he sido bueno...

La verdad es que ha sido un año complicado. No me atrevo a decir duro ni malo, porque estaría dejando de lado todos esos momentos maravillosos por los que he pasado, pero sí que ha tenido sus más y sus menos. Y es que este ha sido un año lleno de contrastes.

Comencé el año ejerciendo de inversor jugando al monopoly, quedando claro que no es lo mío eso de las finanzas. Desayunar los churros en mi chocolatería preferida al abrigo de una agradable conversación no hacía presagiar lo que el destino tenía preparado para mí. De hecho, todo empezó de forma inusitadamente tranquila, hasta que apenas una semana depués de dar comienzo el año me llevé mi primera decepción. Así fue que lloré por primera vez en 2009, pero las lágrimas se llevaron todo a su paso e hicieron que las aguas volvieran a su cauce. No sería por mucho tiempo.

Cumplí un año blogueando y prometí hacer una entrada especial que nunca llegó, disfruté de la final de GH 10 viendo cómo Iván Madrazo se hacía con la victoria y se lanzaba en tirolina por la Sierra de Madrid. Llegaron los exámenes, quizás una de las convocatorias más duras a las que me he enfrentado y con ellos más lágrimas. La tensión y el estrés acumulado durante todo un mes, unido a uno de los mayores sustos académicos que puedan darte, hicieron que estallara en mí la bomba de relojería que llevo dentro. Fueron la ternura, los cuidados y el cariño los que lograron apaciguar mis nervios y darle la vuelta a una tortilla que parecía estar quemándose por momentos. Al final y contra todo pronóstico, terminó saliendo dorada y en su punto. Y como había que celebrarlo, una fiesta loca me llevó a terminar en la cama de una de mis mejores amigas.

A partir de ahí renació en mí el optimismo y con él también lo hizo este blog. Llegaba la primavera y con ella muchas novedades, ilusiones y proyectos. Disfrazarme de mago en Carnaval trajo mucha magia a mi vida. Así se iniciaba el cuatrimestre más agobiante de la carrera, pero también el más dulce y gratificante. A falta de completar mi último año, creo que ese será, sin duda, el mejor periodo de mi periplo universitario. Y es que reencontrarme con Jorge fue toda una alegría, como también lo fue llegar a la entrada número 100 del blog, pero aún había muchas más cosas reservadas para mí.

Una sonrisa, una pregunta, una coincidencia (o varias) y un poco de intención me transportaron a una dimensión paralela. Un lugar donde, por primera vez, todo era verdad. Así es que me fui a Innsbruck de visita a reposar mis sentimientos y volví completamente renovado con el aire fresco de los Alpes.

Mientras Sardá y 'su tribu' se estrellaban con su nuevo experimento televisivo, yo empecé un nuevo camino que me hizo encontrar 'la golosina de la naturaleza'. La caída de la pulsera parisina me devolvió la fe en lo que no perciben los sentidos, tanto como para llegar a cegarme. Sabía que la felicidad de ese momento tenía fecha de caducidad pero, como aquél que no quiere que le despierten del sueño en el que se encuentra, lo aposté todo a caballo perdedor. Y aun así, NUNCA jamás me arrepentiré. Viví el mismo cuento de hadas que Alexander Rybak en Eurovisión, mientras que nuestra representante Soraya quedaba en una ridícula penúltima plaza...

A las puertas del verano vi cómo el BarÇa se proclamaba campeón de Europa, me tuve que despedir de mi Ibiza, de Michael Jackson, de la televisión analógica y prácticamente (aunque no del todo) de MI mundo naranja. Con la seguridad y el autoestima a tope, no había nada que pudiera estropear el momento y así fue cómo con los meses estivales llegó un periodo de baja actividad bloguera, pues mi cuerpo y mi alma se repartieron, un vez más, entre Alemania, Italia y 'la tierrina'.

Aprendizaje, personas, cultura, deporte, confesiones, fotos, familia, amigos y algo más, sidras, cenas, turismo, sol, granizo, tiendas de campaña, residencias, hoteles, casas de verano, castillos, aventura, fiestas, playas, montañas, el Circo del Sol, Harry Potter en alemán, UP, trenes, aviones, barcos, metros, tranvías, bicicleta, coches... y todo lo que no cabe aquí.

Los últimos días de agosto acabaron con el sueño, y despertar de él me hizo volver a llorar. Sería la última vez (en el sentido estricto de la palabra) que lo haría hasta ahora. Eso sí, una nueva etapa muy prometedora se abría más allá del horizonte y por eso me volví a dormir para poder seguir soñando. No imaginaba yo que soñar a tanta distancia podía llegar a doler tanto. Pero el caso es que seguí soñando...

Ya instalado en mi adorada Alemania, me volví a enganchar a Gran Hermano y Pekín Express, prolongué mis vacaciones como nunca y festejé todo lo que puede festejarse y más. Fue mi verano más largo. Un verano de más de 100 días totalmente inolvidables.

Con la repentina bajada de temperaturas y el consiguiente primer catarro me sorprendió un otoño al que yo no quise dar la bienvenida. Quizás por eso el sueño se tornó pesadilla. Una pesadilla llena de despedidas que no encontraron hueco en la programación de mi agenda.

Un silencio provocado anunció a gritos la primera despedida. No me esforcé ni un segundo en retener porque sabía que no había nada que hacer, pero sí le dediqué siete días de asimilación y UNA única lágrima recorrió mi mejilla. Quizás no fue suficiente.

Sin tomar respiro y casi disfrazado de Kaufland me sorprendió la segunda despedida. Acudí y me esforcé en retener, pero no había nada que se pudiera hacer. Tirado por varios aeropuertos de toda Europa le dí mi último adiós, justo antes de embarcarme en una Road-Trip alucinante que dejó las lágrimas atrapadas, congeladas en el interior de mis ojos. Se cumplieron 20 años de la caída del muro de Berlín, los 40 de Barrio Sésamo y los míos más amargos. Por mucho que se esforzara el resto, yo no tenía mucho que celebrar...

Pero como no hay dos sin tres, llegó la tercera despedida. Si mis ojos no se habían empañado por las anteriores, no lo iban a hacer por ésta así que, simplemente, asumí. Una noche de desfase fue la única forma que encontró mi subconsciente de escapar de todo. Lo que yo no sabía es que las lágrimas son parte del dolor y si no se echan fuera, éste permanece.

Así fue como mi frente quedó marcada para siempre en el Erasmus, haciendo que despedirme de Stuttgart temporalmente fuera la primera despedida deseada del año. Volver a casa de sorpresa por Navidad no me ha devuelto la felicidad que algún día tuve, pero era algo que necesitaba. Y 2009 llegó a su fin con multitud de reencuentros, ejerciendo de guía por mi ciudad y visionando los vídeos del verano, con Telecinco fusionándose con cuatro, Belén Esteban con su nueva cara y Belén con Telecinco en las campanadas.

El año ha sido largo y ha dado para mucho. Podría alargar esta carta hasta hacerla kilométrica pues son muchas las cosas y detalles que se quedan en el tintero de mi memoria, pero creo que ya les he robado mucho, demasiado tiempo a sus Majestades en su día de descanso.

Ahora me toca volver a despedirme de los míos y regresar a la alocada e intensa vida Erasmus.

El año pasado les pasé una nota con mi mayor deseo y me lo concedieron. Ahora les dejo que ustedes dispongan y que la vida me sorprenda. Y si puede ser positivamente, mejor. Yo, por mi parte, prometo seguir siendo bueno.

Su más acérrimo defensor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si te va el rollito Erasmus, entra en la web de Erasmus España:

http://www.spainerasmus.com

Todos los servicios que ofrecen estos chicos son de gratis y, por una vez, útiles de verdad!

Javi dijo...

Muchísimas gracias por tu carta... aunque no me la dediques a mí si no a Sus Majestades.

Me ha encantado leerla... es casi como un vídeo pero sin música y sin fotos... pero con muchísimas, muchísimas imágenes y recuerdos porque muchas de las cosas que cuentas me llegan. Aunque no las hayamos compartido todas, ¡faltaría más!

Ahora toca despedirse de nuevo y reiniciar esa intensa vida como bien dices. Pues bien, chaval, mucho ánimo para dar el paso otra vez y muchísima suerte; estaré encantado de volver a verte cuando vuelvas a 'la tierrina' (y si Dios quiere... si Dios quiere... bueno, pues eso, voy a dejarlo en que volveremos a vernos)

Buen viaje mañana chaval. Fue un placer verte.

DISFRUTA DE T O D O