martes, 12 de enero de 2010

TIRALA ABUELO, TIRALA

ON...

MPBlog: 'Mentira' - Manu Chao

Hay alguien que adora este anuncio. Bueno, en realidad supongo que a mucha gente le guste. Pero a mí sólo me recuerda a una persona. Así que va por ella.




Los publicistas de Iberia han hecho un buen trabajo estas navidades. Y además, se han puesto de acuerdo con el clima para que todo cuadre a la perfección.

Parece que el temporal de frío y nieve que asoló la península la semana pasada empieza a amainar. Pocos son ya los resquicios de nieve que quedan por las calles de ciudades que muy pocas veces se dejan ver vestidas con el manto blanco. Las carreteras empiezan a estar transitables y los quitanieves ya no están desbordados de trabajo (o al menos, no tanto como hace unos días).

Pero en el resto de Europa sigue el frío y la nieve. Algunos vivimos las 24 horas del día bajo cero. Reino Unido sí que ha vivido un auténtico caos debido a la ola de frío, aunque parece que ya ha pasado lo peor y que las cancelaciones de los vuelos han dejado de alcanzar cotas increíbles. ¡Cuánta gente habrá sufrido retrasos, pérdidas, noches en aeropuertos, hoteles,... a costa de la nieve. Y sin embargo, Iberia la utiliza como elemento recurrente en su último spot. ¿Parece mentira, no?

Mucho se ha hablado en este blog de la verdad y la mentira. Y estoy seguro que no será la última vez. Empiezo a pensar que estos dos conceptos que yo no considero totalmente contrapuestos me obsesionan ligeramente.

Pero no podía dejar pasar la oportunidad de jugar con el símil entre mentira y nieve. Como nos dicen de pequeños (o, al menos, a mí siempre me lo decían) las mentiras son como una bola de nieve: suelen empezar por algo muy pequeño e insignificante pero que si se continúa con ellas y se hacen rodar acaban por convertirse en algo enoooooooooorme.

Cada vez que escuchaba esto, siempre me imaginaba a mí mismo sepultado por una gran bola de nieve debido a una mentirijilla de nada. Quizás por eso me gusta tan poco mentir (y que me mientan, claro está). De hecho, los que me conocen (y los que no tanto, también) saben que no es que mienta mal, sino que directamente no sé mentir.

Soy de los que creen que la verdad tiene tantas y tantas caras que nos lo pone fácil para no tener que llegar a mentir nunca (o casi nunca). Perdón, porque esto que acabo de escribir es una gilipollez. ¿Cómo es eso de no mentir nunca si todos lo hacemos continuamente? Si contásemos la de veces que podemos llegar a mentir en un solo día, creo que nos asustaríamos. Podéis hacer la prueba mañana. Me apuesto lo que sea a que no os llega con los dedos de la mano.

- ¿Estás malo que vas a la farmacia?

- Sí, tengo un catarrazo (y toses ruidosamente aunque vayas sólo a comprar condones).



- ¿Quedamos mañana?

-¡Qué va! No puedo. Tengo que... (hay millones de variantes que acaban esta frase y no son verdad).



- ¿Cómo llegas tan tarde?

- Es que no encontraba las llaves (y estabas tirao en el sillón haciendo pereza hasta hace cinco minutos).



- Te llamé ayer y no me cogiste el teléfono.

- Es que tenía el móvil cargando... (¿Seguro?)


Bendita mentira de cuántos apuros nos saca. Ahora bien, cuando te cazan en un renuncio, el bochorno se multiplica por mil. Y eso que ya hay mucha gente que está tan acostumbrada a mentir, que ni se le suben los colores cuando la pillan. Hay mucho mentiroso compulsivo por ahí suelto. El otro día me contaron una historia real sobre mentiras digna de un guión de Almodóvar (de hecho cuesta tanto creer que es veraz que parece una mentira en sí misma). Lástima que sea larga de contar y pocas mis ganas de escribir. Para otro día... (mentira).

Odio que me mientan. ¿Esto ya lo he dicho antes, no?

Prefiero infinitamente que me digan algo que no quiero oir a que me mientan. Las cosas o se afrontan de frente o se pasa de ellas, pero no se tocan de refilón. Quien se piensa que se protege con la mentira, sólo está consiguiendo una cosa: convertirse y/o reafirmarse como mentiroso.

Sí, definitivamente la mentira es como la nieve. Blanca, pura y muy bonita al principio, pero que acaba negra y pringosa a medida que se deshace.

No confío en la gente que miente y menos aún en la gente que me miente, pero hace ya mucho tiempo que dejé de ser la conciencia de nadie.

Quien no aprendió la lección en su día, nunca la va a aprender. Y como no soy quién para sacarle los colores a los demás, voy dejando sin querer que la bola se haga cada día un poquito más grande. Sólo espero que ninguna de esas bolas llegue nunca a sepultar nada ni a nadie.

OFF...

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