jueves, 19 de marzo de 2009

JYSH - TIEMPOS DE CRISIS (T1-C4)

ON...


Sé que tengo la imaginación de una mosca sin cerebro, pero hoy no se me ocurre hablar de otra cosa que no sea mi padre. Pues resulta que en la familia de mi padre tienen la absurda costumbre de ponerle a los niños el nombre de sus abuelos.

Sin embargo, nada pudo hacer ante la tozudez de mi madre que amenazó con el divorcio si su primer hijo no se llamaba Pedro. Así es que mi hermano mayor se quedó finalmente con este nombre. Ahora bien, cuando nací yo mi padre no dejó pasar la nueva oportunidad que se le presentaba y logró que yo fuese bautizado finalmente con el nombre de mi abuelo paterno.

Según esto yo me vería obligado a llamar a uno de mis hijos (si es que algún día los tengo) Luis, que así es como se llama mi progenitor y así sucesivamente, creándose una secuencia de Jorges y Luises de carácter interminable. ¿El origen de esto? Ni lo sé, ni me importa.

Lo cierto es que en mi casa se tomaron tan en serio esto de que me llamase como mi abuelo que incluso me decían que mi cumpleaños era en noviembre, justo igual que mi abuelo, ya que yo no entendía eso de cumplir años cada cuatro.

Mucho se esforzó mi padre en que yo fuese como él. Nunca lo consiguió. Mi padre y yo somos... diferentes. Él siempre quiso que estudiase medicina con Olaya, pero yo ni quería ni me daba la nota. Hay muchas cosas que mi padre no entiende de mí. La primera es que a estas alturas no tenga novia formal, pero yo no estoy dispuesto a relatarle las ventajas de follar sin adquirir ningún tipo de compromiso.

Tampoco entiende que siga viviendo en casa 'a mis años', que sólo me ponga camisa para la 'BBC' o que lleve un piercing en la oreja izquierda. Pero si hay algo que no entiende es que su hijo disfrute más poniendo copas en un bareto que de chico de los recados en uno de los grandes bancos del país.

Así es que ya ha intentado que deje mi curro del fin de semana en varias ocasiones. Primero trató de ponerme toque de queda los viernes. Como ese intento fue fallido, me buscó trabajo en una vinatería del barrio, a lo cual me negué. Lo último, la bronca de esta misma tarde.

Cuando le felicité por la efeméride de hoy y le di su regalo, lo único que se le ocurrió decirme fue que menuda mierda de 'paga' me daban en el barucho ese en el que 'trabajo' si no me daba ni siquiera para hacerle un regalo como Dios manda.

Como parecía que yo no reaccionaba a su ofensiva, continuó atacando diciéndome que a partir del próximo mes quería que colaborase en casa con una cantidad de dinero 'insignificante'. La cantidad en cuestión se correspondía justamente con mi sueldo mensual del bar. ¡Qué casualidad!

No lo pude aguantar más y como no estaba dispuesto a enzarzarme en una discusión interminable con él en un día como hoy, me encerré en mi habitación y me fumé un par de porros.

No voy a misa los domingos, ni voto al PP. Tengo amigos negros y homosexuales. Mi padre no entiende que pertenezco a otra generación, que puede que no viviera el franquismo, pero sí la guerra del Kosovo, la globalización, el 11-S, la guerra de Iraq, el cambio climático, el 11-M y, más recientemente, una crisis financiera que nos está dejando a todos tiesos, entre otras muchas cosas.

Mi padre es un gran hombre. Trabajador, honrado y volcado en su familia. Le respeto, le admiro y le quiero, pero a veces me gustaría que fuese capaz de ver un poco más allá del cristal de sus gafas.

OFF...

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